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los espectáculos: Terramaquia, Naumaquia y Matria

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Naumaquia

La primera entrega de la Tetralogía Anfibia es una naumaquia concebida para ser representada en el barco Naumon, y que podría ser definida como un espectáculo de marionetas cósmicas. Los principales actores son dos gigantes y dos personajes fundamentales: uno, Tamor, que representa el hombre como viajero, encarnándose en él la metamorfosis de las edades, de los sexos y de las razas; el otro, Dai  es una presencia que va adquiriendo las distintas formas del mundo a medida que transcurre la representación. La naumaquia está dividida en cuatro partes y tiene como protagonismo absoluto el espíritu creador,  tanto  desde el punto de vista de la naturaleza y del cosmos, como desde el punto de vista humano.

La primera de las cuatro partes sería la creación vista desde la orbita de la naturaleza y empezaría con la idea de un grito que equivale a la oscuridad y el caos. A partir de ese grito se va conformando el cosmos, se va conformando el universo como una  lucha de dos fuerzas antagónicas. Culminaría esta primera parte con la composición de un mandala de cuerpos que sería la metáfora del cosmos.

En la segunda parte se trata la creación de la vida. De las construcciones y destrucciones del Bailarín Cósmico se pasaría a la idea del gran árbol que lo conecta todo, donde se reflejarían tanto las tradiciones míticas como la ciencia moderna, a través del ADN y del genoma. Acabaría con un viaje del ser humano, a través de su propio interior.

La tercera parte se desarrolla con el protagonismo del hombre que, a través de la creación, es capaz de prolongar su propia vida. Aparece en escena un escultor  que esculpe el mar hasta extraer una sirena.  A partir de la relación  entre creador y criatura, se refleja la conciencia del tiempo  y de la muerte. Paralelamente el hombre se revela contra su propio destino sus fronteras y sus límites.

La cuarta parte pone en escena una recreación actual del infierno y del paraíso. A continuación tiene lugar la propuesta central de la obra, un viaje iniciático del conocimiento que toma como símbolo el propio barco NAUMON. Se cierra así el circulo de la creación entendido como un juego eterno.

R. Argullol

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